Historia del Protestantismo en Canarias. Tema 3. La llegada

1. La llegada de protestantes a Canarias

La llegada y presencia de protestantes en Canarias tiene que ver con el flujo de extranjeros europeos que desde finales del XV se produjo hacia las islas. Una vez acabada su conquista, tras el sometimiento de Tenerife en 1496, los conquistadores castellanos procedieron desde los primeros momentos de la colonización a potenciar fundamentalmente una agricultura de subsistencia y de exportación, basada en el cultivo azucarero y en la viticultura, respondiendo así a las exigencias de los mercados de Europa y las Indias. La explotación de esos cultivos atrajo a una población foránea responsable en buena parte de las transacciones mercantiles.

Estos protestantes que venían a Canarias eran miembros de cualquiera de las iglesias reformadas europeas, incluida la anglicana. Las fuentes por las que podemos saber de ellos pasan por encima de sus diversidades doctrinales, tanto las de la Inquisición como las de las autoridades españolas en general no hicieron distingos entre ellas. Las pertenencias a una u otra confesión, por lo demás, reflejan la distribución espacial de la Reforma: anglicanos en Inglaterra y, en menor medida, en Escocia e Irlanda; calvinistas en Holanda, Suiza y Francia y presbiterianos en Escocia y Norteamérica; luteranos en Alemania, Holanda y los países escandinavos.

El inicio del asentamiento protestante se da en la década de los veinte del siglo XVI, justo cuando comienza el crecimiento de la producción y demanda exterior de los caldos isleños. En ocasiones, algunos de los muchos mercaderes que traficaban con las islas se establecían por periodos de varios años para atender el suministro de los barcos de sus compatriotas. Estos comerciantes exportaban azúcar, orchilla, piel de cabrito y vino (fundamentalmente malvasía). Como consecuencia de estas actividades, una colonia extranjera de cierta importancia formada por portugueses, genoveses, flamencos, franceses, ingleses, etc., comienza a establecerse en las islas de realengo, principalmente en los pueblos de La Laguna, Garachico, La Orotava y el Puerto de la Cruz en la isla de Tenerife; en Santa Cruz de la Palma, Las Palmas de Gran Canaria y en menor medida en Lanzarote.

Otra importante razón del tránsito de extranjeros por las islas Canarias es que éstas eran lugares de paso, lo cual permitía que sirvieran como centros de aprovisionamiento de agua fresca, pan, carne y otras necesidades para los barcos rumbo a África, Oriente y América. Pero fundamentalmente fue al amparo del comercio existente en el área que algunos extranjeros se establecieron desde el siglo XVI en ciertos puertos y ciudades de las islas donde se realizaba la actividad mercantil.

2. Religiosidad privada y pública de los protestantes en los siglos XVI y XVII

En el siglo XVI en cualquier lugar del ámbito religioso católico no eras posibles las manifestaciones religiosas diferentes de la religión oficial sin sufrir los rigores de la Inquisición. A. Millares Torres nos ofrece un ejemplo de esta intolerancia cuando relata el proceso del joven protestante, George Jaspar, sastre inglés de 24 años, quemado en persona en Canarias en 1587 porque cuando se encontraba “preso en la cárcel real de Tenerife, se puso a rezar de noche, vueltas de espaldas a la imagen del crucifijo, puestas las manos y mirando a la luna. Preguntándole a la mañana siguiente los testigos por qué rezaba de aquella manera, respondió porque las imágenes no valían nada, ni se debía rezar a ellas porque eran hechas por pecadores, y que sólo a Dios se había de hacer oración”. Tanto la forma de orar de este joven (acto de devoción religiosa privada y particular), como el hecho de compartir las razones o contenido de sus creencias con aquellos que le preguntaron por las mismas (acto de testimonio público), eran hechos perseguidos y considerados graves delitos por las autoridades civiles y religiosas. Esto evidencia que los protestantes que llegaban a Canarias en el siglo XVI no podían practicar sin riesgos el contenido de su fe, ni privada ni públicamente, y que tampoco les estaba permitido compartir sus creencias o hablar en contra de las de la Iglesia Católica.

A partir de los primeros años del siglo XVII la presencia de protestantes extranjeros en tierras hispanas estará regulada por tratados internacionales y por disposiciones internas diversas. El Tratado de Londres de 1604, realizado una vez firmada la paz bajo el reinado de Jacobo I, que permitía a los ingleses protestantes comerciar en España, mientras no dieran escándalo a los católicos, inauguraría una nueva era en las relaciones entre la monarquía hispánica y los Estados protestantes. Porque no sólo determinó con mayor amplitud y precisión las condiciones en las que podían residir en España comerciantes de esos países, sino que, renovado o más o menos retocado en posteriores tratados, será la base legal de las relaciones comerciales anglo-españolas durante el siglo XVII y siguiente; y modelo para similares acuerdos firmados con otras potencias no católicas.

Los dos ejemplos siguientes son una muestra del grado de tolerancia que se llegó a tener con los protestantes extranjeros en algún momento del siglo XVII. Primero, después de la ratificación del tratado mencionado, una carta acordada de 8 de octubre precisaba que los ingleses no serían compelidos a entrar en las iglesias católicas, pero que si lo hacían deberían guardar respeto al Santísimo Sacramento, y si se lo encontraban por la calle, y no querían tener contacto con él, deberían irse por otra calle o esconderse en alguna casa. Segundo, el mercader inglés Marmaduke Rawdon, afincado en la Hacienda de los Príncipes (Los Realejos), trajo consigo a un pastor protestante, llamado Burch, y a un médico, en la temprana fecha de 1641. A partir de ese momento todos los ingleses residentes en Tenerife contaron con los servicios espirituales de este pastor y los sanitarios del médico. Evidentemente estos ejemplos no reflejan la totalidad de las actitudes y comportamientos de la Iglesia y de las autoridades civiles con los protestantes, de modo que podamos estar en condiciones de evaluar la realidad de la situación. Prueba de ello es que en el XVII seguía existiendo la misma mentalidad antiprotestante del XVI que obligó a algunos protestantes a abandonar sus creencias y reducirse o convertirse al catolicismo, como único medio de integración social plena y para evitar las vergüenzas y discriminaciones permanentes.

3. ¿Hubo difusión del protestantismo entre los isleños en los siglos XVI y XVII?

En lo que venimos afirmando está la respuesta al por qué en los Autos de Fe, y procesos entre autos, que realizó la Inquisición en los siglos XVI y XVII no aparecen isleños acusados de practicar alguna forma de protestantismo. En el siglo XVI las gentes de Canarias veían como la Inquisición torturaba y privaba de la libertad, de los bienes, de la honra, e incluso de la vida, a aquellos que profesaban o practicaban cualquier creencia o culto religioso diferente de los de la Iglesia Católica. ¿Cómo podían dar cabida, siquiera en sus mentes, a las ideas protestantes si el hacerlo supondría para ellos caer en desgracia a todos los niveles? No es de extrañar, por tanto, que la actitud de los canarios fuese la de denunciar ante la Inquisición todo lo que les sonase extraño en lo religioso o en lo moral, en algunos casos llegando incluso al absurdo del absurdo.

La situación no mejoró sustancialmente en el siglo XVII, a pesar de la relativa tolerancia mantenida con los extranjeros protestantes, nada había cambiado para los habitantes de las islas que seguían sin poder disfrutar de libertad de conciencia y de pensamiento a todos los niveles. Nadie podía discrepar con la Iglesia Católica en cuestiones religiosas, culturales o científicas. Por tanto en el siglo XVII, y a pesar de que en suelo canario llegaron a residir algunos protestantes de forma permanente, incluso ministros de culto, no se sabe que éstos intentasen influir abiertamente en las gentes del país o que éstas se interesasen por sus creencias de modo que llegasen a abrazar el protestantismo. ¿Significa esto que en los siglos XVI y XVII el protestantismo en Canarias estuviera ausente de la población autóctona y que haya sido patrimonio exclusivo de los extranjeros visitantes o residentes? No, los procesos inquisitoriales por el llamado delito de proposiciones ofrecen indicios que parecen indicar cierto grado de conocimiento y aceptación del protestantismo por parte de algunos isleños en tan tempranos momentos.

Bibliografía:

A. Millares Torres: Historia de la Inquisición en las Islas Canarias, Ed. Benchomo, Tenerife, 1.981.

Nicolás González Lemus: Comunidad Británica y Sociedad en Canarias, Ed. Edén Ediciones, Tenerife, 1997

F. Fajardo Spínola: Las víctimas del Santo Oficio, Ed. Gobierno de Canarias, Gran Canaria, 2003.

F. Fajardo Spínola: Las conversiones de protestantes en Canarias. Siglos XVII y XVIII, ECI, Gran Canaria, 1996.

Víctor Manuel Lezcano: Los ingleses en Canarias, Ed. Gobierno de Canarias, Tenerife, 1992.

José Luis Fortes Gutiérrez

Teólogo e historiador

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